domingo, 26 de agosto de 2012
sábado, 25 de agosto de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
Sobre Infoxicación
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN- 4° AÑO CERP DEL ESTE (HISTORIA, GEOGRAFÍA Y SOCIOLOGÍA)
Prof.Zaida Montenegro
“sólo en el día de hoy: ¿Cuántos chicos creen que le preguntaron a
un adulto y cuántos a Google?
La infoxicación:
El concepto de infoxicación se usa para definir esa
sensación de ansiedad y frustración que se siente por la incapacidad de abarcar
una masa de información que nos parece valiosa o pertinente a nuestro entorno,
pero que por su tamaño excede nuestra capacidad de filtrado, decodificación, y
hasta comprensión.
Convengamos en que hay mucho
de cierto en esto de que se produce, procesa y distribuye una enorme
cantidad nueva de información por día. Pero también es cierto que muchos de los llamados nuevos medios
simplemente intoxican: la misma información aparece repetida cientos o miles de
veces, se copia casi idéntica mediante un falso citado (“me enteré vía tal…”), aparecen opinadores y
especialistas que con la misma celeridad desaparecen. En ocasiones no es exceso
sino acumulación de repeticiones.
Otras cuestiones como el peligro de copiar y pegar se han
puesto sobre el tapete por la sencillez con que se resuelven por medios
digitales (y no porque la práctica sea nueva…ojo…). El problema de que el
conocimiento así obtenido sea superficial, trivial o incorrecto es el mismo que
antes. Enciclopedias costosas y reconocidas garantizaban cierto grado de
veracidad y fiabilidad, pero esas que comprábamos a principio de año con “todo
lo que se necesita para la escuela” probablemente hicieran simplificaciones
monstruosas de conceptos complejos, o resúmenes caníbales de procesos
espinosos.
Parece que tanto entonces como ahora, la necesidad de
obtener ciertas evidencias de verdad quedan en manos de quienes consultan.
En este punto los docentes, y más aun los que formamos en
docencia a otros, debemos ejercitar mecanismos para ejercer buenas búsquedas,
buenas selecciones, buenas validaciones.
Innegablemente los buscadores de Internet (y Google, el
gigante, a la cabeza) han simplificado la tarea de rastreo de datos que en los
albores de la Web estaban dispersos y a veces, ocultos. Se impone, entonces,
analizar primero esta herramienta: ¿cómo busco con uno de estos motores? ¿Qué
tanto sé de las formas de búsqueda simples, avanzadas, con operadores,
literales? ¿Necesito saber más acerca de mi propio método de búsqueda? ¿Doy
clic a la primera página que me ofrece el buscador como respuesta?
Y más aún: ¿verifico de alguna manera que la información
procede de una fuente confiable? ¿O doy por naturalizado el supuesto de que si ha
sido publicado en Internet, debe estar bien?
Estas preguntas sencillas son poderosos cuestionamientos, ya
que es notable cuánto se parecen los errores de los alumnos a los de sus
profesores en el manejo de las fuentes de información. La fascinación que nos
provoca la disponibilidad de datos nubla un poco nuestros mecanismos clásicos
de selección y validación de las fuentes consultadas. Convendrá recordar, pues,
estos mecanismos, ya que son básicamente los mismos, con o sin Internet.
La generación “clic”
La nueva brecha: nativos e inmigrantes digitales.
Normalmente al pensar en los atributos o cualidades del
docente, se contrapone la caracterización de alumno. Encontraremos adultos que
se refieren a los jóvenes como a sujetos inmaduros y heterónomos, y quienes ven
en ellos, por el contrario, una especie de todopoderosos “manejadores” de los
tiempos modernos.
Y cuando están de por medio las TIC el debate se suele
polarizar más aún.
Me gustaría abordar el asunto, pero superando el estado de
la mera doxa, de la pura opinión. Es probable que ya hayan tenido contacto con algún
tipo de debates donde se contraponen dos categorías que se oyen como
enfrentadas, y a las que reconoce como ´nativos digitales´ e ´inmigrantes
digitales´.
Me siento obligada a recordar que la metáfora fue tomada de
un clásico de la ciencia ficción publicado en 1994 por Douglas Ruskoff, el
libro “Cyberia”
Allí el autor aseguraba que:
“Nos sentimos inmigrantes en un lugar donde nuestros hijos
son nativos, porque la tecnología avanza demasiado rápido”
Usando ese par de sustantivos contrapuestos, Marc Prensky, en
un artículo publicado por primera vez en 2001, define a unos y a otros.
Básicamente, Prensky asigna a los nativos digitales el rol
de “escribas del nuevo mundo” y los caracteriza como capaces de crear aquellos
instrumentos que usan, escribiendo y comunicándose con lenguajes que los
inmigrantes digitales no entienden. Y cuando los nativos no crean los instrumentos,
se sirven de los que ya están disponibles. Esta segunda diferencia, señala
Prensky, se destaca más que la primera y es más consustancial con el modus
vivendi de los nativos.
El Director Ejecutivo del Berkman Center of Internet and
Society, John Palfrey ha popularizado una breve serie de rasgos que considera
distintivos de los nativos digitales:
La identidad digital en la red
es tan importante o más que la identidad que se desarrolla en la vida real.
Perfiles en sitios públicos, curriculums publicados, aportes
concretos en blogs, grupos o “causas”, presentaciones subidas a sitios de libre
acceso forman parte de la identidad digital. La transparencia (todo se ve) y el
rastro digital son importantes para un nativo.
Tienen la capacidad de trabajar
en paralelo, en multitarea y el modo en que encaran estas múltiples tareas es sorprendentemente
relajado, a diferencia de la imagen típica de un ejecutivo “atareado” que se
estresa y acelera progresivamente el dominio de los medios de producción
digital
Se interesan por trabajar con imágenes, videos, animaciones.
Intentan dominar estos medios, sin sorprenderse ni por las posibilidades
ni por las rápidas mutaciones del software.
Tienen una visión del mundo como
prosumidores (híbrido de productor y consumidor), en clara oposición al
concepto de consumidor (pasivo)
Es clara su predilección por los espacios digitales en los
que tienen cabida ambas acciones: producir y consumir.
El mundo como terreno de juego,
con la eliminación que supone de barreras tanto geográficas como temporales no
les causa ninguna impresión la idea de estar llevando adelante un proyecto o
jugando un juego con una persona al otro lado del mundo, se preguntan con
naturalidad “qué hora es allá”, nunca asumen que están en diálogo exclusivo con
personas geográficamente cercanas
Incluso el modo en que se relacionan con los videojuegos ha
variado. Ya no buscan juegos en solitario, signados por la competitividad, en
donde el éxito dependía de la velocidad para repetir secuencias fijas (matar
marcianos, típicamente) sino aquellos que dependen de la participación y
coordinación de varios jugadores (hasta cientos o miles) que crean escenarios,
personajes, tramas y relatos donde los juegos se desenvuelven.
Ya no se conforman con usar la tecnología, se apropian de
ella.
Es probablemente en este punto donde la brecha se desgarra
más profundo: los inmigrantes digitales deben (debemos) desaprender los esquemas
del individualismo antes de empezar el nuevo camino.
Nos cuesta más la apropiación porque lo intentamos a solas.
Porque nos apegamos a los métodos que siempre nos dieron resultado: el esfuerzo
en solitario, la perseverancia en ciertas repeticiones, el orden secuencial.
Paradójicamente, la metáfora de nativos e inmigrantes, lejos
de acercar ambos polos produjo una cierta justificación teórica de la brecha
generacional. Así, muchos adultos se niegan a sí mismos la oportunidad de
aprender por jugueteo, ensayo y error, exploración difusa, por considerarlo
impropio (o sólo apropiado para los jóvenes) y muchos nativos digitales se
comportan como expertos irritables, incapaces de transmitirles a sus padres una
simple explicación de uso.
En los últimos años las categorías excluyentes se han
diluido bastante, dando espacio a otros matices: colonos digitales, emigrantes
digitales, nómadas, excluidos…
Las nuevas referencias suavizan la divisoria, que ya no está
planteada tanto en términos generacionales (de fecha de nacimiento) sino de
vida digital.
Genís Roca, que viene estudiando el asunto hace un tiempo,
lo explica así:
“Entiendo la necesidad de buscar un anclaje en la variable
tiempo, pero no creo que la edad sea una buena referencia. Propongo una alternativa:
tomar en consideración el tiempo que has estado expuesto al fenómeno, es decir,
el tiempo (horas acumuladas) que has dedicado
al hecho digital (manejo de ordenadores, trabajo en
Internet, fotografía y video digital, telefonía móvil, etc.). Y aún un matiz
adicional: cuánto de ese tiempo de “experiencia digital” ha estado relacionado
con la resolución de problemas o el logro de objetivos.” (1)
El alerta de Genís reubica un poco la discusión…no vaya a ser
cosa que un (ab)uso de esta dupla
termine generando en los adultos, en los docentes:
“un sentimiento de culpa o complejo tecnológico que nos hace
ver a nuestros alumnos como seres superiores a la hora de enfrentarse a los
nuevos procedimientos tecnológicos.”
(Aníbal de la Torre, “El complejo de Mark Prensky”)
Como lo dice el refrán: Ni tan calvo, ni dos pelucas,
verdad?
ESTE MATERIAL FUE TOMADO DE MÓDULOS DE TRABAJO DE POSGRADO “ENTORNOS
VIRTUALES DE APRENDIZAJE” Y ELABORADO POR LA PROFESORA VERA REXACH.
Etiquetas:
EPISTEMOLOGÍA
sábado, 18 de agosto de 2012
domingo, 5 de agosto de 2012
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