sábado, 3 de diciembre de 2011

EL BANCO FIJO Y LA MESA COLECTIVA

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sábado, 19 de noviembre de 2011

PARADIGMAS

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PARA REFLEXIONAR

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domingo, 13 de noviembre de 2011

LA IMPORTANCIA DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN LA EDUCACIÓN

UN MARCO TEÓRICO PARA EL USO DE LAS TIC
La incorporación de máquinas al aula no significa cambio sustancial en las estrategias de enseñanza-aprendizaje,hace falta una nueva pedagogía que fundamente dicha incorporación y uso:
"La formación del profesorado en competencias digitales y en el
uso educativo de las TIC debe ser una de las metas centrales del modelo
1:1. Sin docentes capacitados adecuadamente no podrán darse prácticas educativas de calidad con las computadoras e internet. Sin maestros
preparados y capaces de organizar situaciones pedagógicas en torno a las
TIC el alumnado no podrá aprender de forma significativa y relevante. En
el modelo 1:1 el profesorado conserva un papel protagonista crucial y
fundamental en los procesos de enseñanza-aprendizaje que ocurren en
el aula. Por ello, deben articularse y planificarse planes y acciones de
capacitación de los docentes, al menos, en dos planos o dimensiones
convergentes:
• La formación en las competencias digitales relativas a
disponer de las habilidades de manejar las computadoras y
demás hardware que las acompaña, del software que está
incorporado a las mismas, así como de la capacitación en la
navegación por internet, en el uso de las redes sociales o de
los distintos tipos de herramientas de la Web 2.0 (blogs,
wikis, repositorios de archivos, servicios de publicación e
intercambio de ficheros audiovisuales, multimedia, textuales, etcétera).
• La planificación de acciones y estrategias para la formación
en el uso de nuevos modelos de enseñanza o métodos
didácticos como es el aprendizaje basado en problemas
(APB), el aprendizaje cooperativo a través de comunidades y
entornos virtuales, la metodología del aprendizaje por proyectos, las webquest, o cualquier otra técnica o estrategia de
enseñanza que, apoyada en el uso de las  TIC, favorezca
procesos de aprendizaje constructivista, colaborativo y basado en la experiencia o actividad de los propios estudiantes..."(REV.IBERO AMERICANA DE EDUCACIÓN-56)

Nota:modelo 1.1 se refiere a una computadora por niño
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"Innovador es el docente que es capaz de mostrar a otros cómo enseña, que muestra con orgullo su creación, que estudia y que necesita nutrirse de la historia de la educación reciente y remota para saber lo que otros ya han pensado y han hecho en las aulas”.
Libedinsky, Marta: La innovación en la enseñanza” Editorial Paidós
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martes, 8 de noviembre de 2011

DESIGN THINKING

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DESIGN THINKING

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martes, 11 de octubre de 2011

CHALMERS

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PARA REFLEXIONAR-SOBRE EDUCACIÓN EN EL S.XXI

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jueves, 6 de octubre de 2011

PARA REFLEXIONAR-SOBRE DIDÁCTICA DE LA CREATIVIDAD

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lunes, 3 de octubre de 2011

EPISTEMOLOGÍA

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domingo, 25 de septiembre de 2011

SOBRE EL POSITIVISMO-EPISTEMOLOGÍA













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sábado, 24 de septiembre de 2011

CIENCIA





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FILOSOFIA DE LA EDUCACIÓN

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martes, 20 de septiembre de 2011

PARA REFLEXIONAR

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domingo, 11 de septiembre de 2011

PARA LA REFLEXION-TICS EN EL AULA



A través del teléfono celular... ¡en la escuela!

Movilidad y convergencias en los proyectos pedagógicos


Claudemir Edson Viana*
Sônia Bertocchi**



Los "más vividos", seguramente deben acordarse del samba "Pelo Telefone" de 1916, de la autoría de Donga, y del verso que dice "... el jefe de la policía por el teléfono, mandó avisar...". Unánimemente entendemos que avisó oralmente, servicio de comunicación verbal propio de esta tecnología. Nos parece muy obvio – pero acordémonos de la conmoción general que la invención del teléfono provocó pocos años antes: Don Pedro II, al ver el invento por primera vez durante la feria en Filadelfia en los Estados Unidos en 1876, dijo :  "¡Dios mío, eso habla!", y luego compró 100 aparatos telefónicos para traerlos a Brasil.

Sin embargo, 133 años después, hablar a través del teléfono celular es apenas una de las acciones que esta tecnología nos permite. Es decir, se trata de la actividad más simple y corriente: hablar a través del teléfono celular es lo que hace aproximadamente el 86% de la población brasileña poseedora de teléfono celular. Con un costo cada vez menor y tecnologías más avanzadas, encontramos teléfonos celulares que permiten mucho más que simplemente hablar. En agosto de 2009, según 
Anatel (Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil), se alcanzó el impresionante número de 164,5 millones de teléfonos celulares en el país, lo que representa un índice de densidad de 85,91 teléfonos celulares para cada 100 habitantes.

 Nueva sociabilidad: la portabilidad
 
El histórico de la evolución material de la telefonía señala una nueva sociabilidad que emergió bajo la influencia del aspecto portátil del teléfono celular. A partir de la historia del teléfono podemos vislumbrar, bajo la perspectiva de la materialidad de la comunicación, los efectos que un artefacto técnico puede traer a colación en una determinada cultura, como es el caso de la presencia significativa del teléfono celular en la contemporaneidad.

Hoy, a través del teléfono celular, se puede además escribir, fotografiar, filmar, editar, jugar, navegar en Internet, enviar e-mails, mensajes de texto, escuchar música o la radio. Tan variadas son las posibilidades, inverosímiles hace algunos años, que podemos imaginar qué diría Don Pedro II si pudiera conferir esta evolución. El avance tecnológico de la telefonía es, evidentemente, un ejemplo más de lo que pensadores de la Escuela de Toronto (Harold Innis, Eric Havelock, Marshall McLuhan) destacaban sobre el hecho de que las tecnologías comunicacionales poseen el poder de transformar las culturas y las subjetividades, y de que éstas últimas, a su vez, provocan nuevos ciclos de cambios tecnológicos en una dialéctica sin fin.

De acuerdo con la 
4ª Encuesta sobre el uso de las Tecnologías de la Información en Brasil (TIC Domicilios 2008) realizada por el Comité Gestor de Internet en Brasil (CGI.br), el teléfono celular es cada vez más utilizado en Brasil para enviar o recibir imágenes y acceder a músicas o videos. Realizada anualmente, esta encuesta incluyó por primera vez el análisis del sector rural y reveló que aunque la mayoría de la población utilice los planes prepagos (91%), del 2005 al 2008 ha subido de un 4% a un 24% la utilización del teléfono celular con envío o recepción de imágenes, y de un 9% a un 23% con el uso de músicas y videos, ocurriendo un crecimiento más significativo en los dos últimos años en razón de las conexiones 3G y de la presencia en el mercado de teléfonos celulares más potentes. Eso demuestra cómo el uso de más multimedia de teléfono celular se está dando entre los brasileños gracias a su evolución técnica.

También se ha constatado en otra encuesta la fuerte presencia de los teléfonos celulares entre estudiantes brasileños. Datos de la publicación 
La Generación Interactiva en Iberoamérica: niños y adolescentes ante las pantallas- estudio hecho en conjunto entre la Universidad de Navarra, en España, la Fundación Telefónica y EducaRed – indican el éxito del teléfono móvil entre los jóvenes de 16 a 18 años. En São Paulo, nada menos que un 82% de los estudiantes que participaron de la encuesta afirmaron poseer un teléfono celular.

En algunos contextos sociales los aparatos móviles son utilizados para otras finalidades que, antes secundarias, pasan ahora a ser principales, como cámara, tocador digital o videojuego portátil. Ejemplos internacionales de este tipo de uso alternativo lo comprueban los datos de una 
encuesta realizada por 
Lightspeed.

Un 
ejemplo de esta situación se da en Brasil, en la ciudad de Barcelona, en el estado de Rio Grande do Norte. Los jóvenes y niños son los que ofrecen un verdadero show cuando se trata de utilizar todos los recursos del teléfono celular, o incluso cuando muestran no tener miedo al explorar el aparato para aprender a usarlo. Ahí está la diferencia: muchos de los adultos, en especial los educadores, no conocen o no utilizan tales recursos y ni siquiera ven cómo a través de la cultura generada a partir de ellos se pueden asociar a las prácticas escolares.


Atención: apagar y guardar los teléfonos celulares. ¿Celular en la escuela? ¿Se puede?

 
La creación de leyes municipales y estatales que proponen la prohibición del uso del teléfono celular en las escuelas están generando una gran polémica. La justificativa dada en las redes de enseñanza, donde la prohibición ya es llevada a cabo, es que solamente con tal prohibición legal se garantiza la autoridad del profesor que, de este modo, amparado por la ley, puede hacerse respetar durante sus clases. "¡No al teléfono celular en la escuela!", o como dicen los menos radicales, "teléfono celular durante la clase, no.".
Pero, ¿por qué no se puede? El villano de turno

Para responder ante esta cuestión, el aparato, el teléfono celular, es satanizado, y se pone en evidencia cómo alumnos, niños y jóvenes se involucran por todo lo que permite tal tecnología de comunicación e información, lo que los lleva al desinterés por las clases de sus profesores. Entonces, la mejor opción en este caso es la prohibición, la censura, pues se trata de una competencia desleal, argumenta la mayoría. Por ese motivo los profesores aprueban dicha legislación. 
Sin embargo, con este tipo de censura, sale perdiendo tanto la educación como la sociedad. Sérgio Amadeu, investigador en Comunicación Mediada por Computadoras y Teoría de la Propiedad de Bienes Inmateriales, dice que "no tiene sentido prohibir que los estudiantes tengan acceso a un medio de comunicación que cada día adquiere más importancia en la sociedad. Por el contrario, si tenemos problemas con el uso indebido en las escuelas, ese es un buen lugar para enseñar como las personas deben portarse con el teléfono celular". Amadeu aún destaca que: "Si algunas cosas malas existen,como por ejemplo, que alguien utilice el teléfono celular en clase para hacer llamadas o para jugar, eso exige una postura de la escuela frente a los alumnos. Si enseñar un comportamiento sobre el uso de los teléfonos móviles a un estudiante es imposible, entonces ¿qué será posible?". La profesora Andrea Guimarães Phebo complementa: "La ley ve solamente un lado de la cuestión: el lado de la falta de educación y de la falta de respeto en la utilización. Si los propios educadores no adoptan una mirada diferenciada sobre cómo lograr transformar la herramienta móvil de “villano” a “héroe”, la ley seguirá impidiendo que este instrumento tecnológico de múltiples funciones pueda transformarse en una herramienta didáctica". (In.  Educarede: As 1001 utilidades de um celular)
Estas legislaciones transmiten el siguiente mensaje: ¡Cuando no se sabe qué hacer o cómo lidiar con algo es mejor pura y simplemente prohibirlo! Y una vez más se equivocan mucho: en la escuela ya fue prohibido el uso de juegos, de películas, de comics, de los periódicos, de la televisión e incluso de la computadora en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Ahora, el villano de turno es el teléfono celular.

Definitivamente, prohibir por prohibir no es el mejor camino, incluso porque los jóvenes son suficientemente creativos para eludir las prohibiciones. Un ejemplo de esa creatividad es lo que han inventado los estudiantes ingleses: 
"Han creado un tono de teléfono celular, semejante a un pito, que la mayoría de los adultos no logra oír. De ese modo pueden recibir los avisos de mensajes almacenados en el aparato, o incluso llamadas, sin que la profesora se dé cuenta de la infracción cometida delante de sus ojos. El secreto está en la frecuencia sonora del tono que es ejecutado: 17 Hz, lo que resulta en un sonido extremadamente agudo. La ciencia enseña que la pérdida gradual de la audición decurrente de la edad, o presbiacusia, comienza con la menor percepción de los tonos más altos del espectro sonoro. El tono creado por los chicos ingleses se ubica justamente en un rango del espectro que no es percibido por la mayoría de las personas con más de 29 años". (In:  
A última travessura: Adolescentes usam toque de celular numa frequência que muitos adultos não escutamLeoleli Camargo- Veja - Edición 1961 . 21 de junio de 2006. 


El porqué del teléfono celular en la educación

El rápido desarrollo tecnológico que está ocurriendo respecto de las potencialidades de los teléfonos celulares (WiFi, 3G y 3GS), unido a sus potencialidades originales ya reconocidas como recursos técnicos para el aprendizaje - portabilidad, interactividad, sensibilidad al contexto, conectividad e individualidad -,  señala unas condiciones más que favorables para que los educadores se dediquen urgentemente al estudio y desarrollo de propuestas pedagógicas que incluyan aplicaciones de estos aparatos en la escuela.
Tales propuestas podrían incluir desde actividades simples de carácter comportamental hasta actividades de naturaleza constructivista, pasando por el aprendizaje en situación o por la enseñanza colaborativa apoyada en la computadora, basada en la psicología sociocultural de Vygotsky.
 
Con la masificación del teléfono celular ya era previsible que el 
m-learning (mobile learning)  se convirtiera en un elemento importante en el aprendizaje formal de nuestros alumnos, puesto que el aprendizaje ya se da de modo informal, no sistematizado,  sin la orientación de los profesores. La perspectiva sería que este aprendizaje, por cuenta de las características del teléfono celular, pudiese suceder, cada vez más, en ambientes interactivos de fuerte colaboración en red, no necesariamente dentro del aula. 
 
Algunas posibles aplicaciones del teléfono móvil en el proceso de enseñanza-aprendizaje fueron mencionadas recientemente en el encuentro ‘Interdidáctica’ por el investigador del Laboratorio de Inteligencia Colectiva de la PUC (
Pontifícia Universidade Católica de São Paulo) dr. Rogério da Costa: "El alumno puede intercambiar mensajes (SMS), consultar el diccionario, crear y consultar glosarios, solucionar cuestionarios, oír las clases en audio y video(podcasts) y hacer fotos".

Él cree, por ejemplo, que esa forma de inteligencia colectiva ofrece resultados más concretos y ventajosos que los mecanismos de búsqueda convencionales. Sin embargo, es conveniente comprender que los posibles usos solo tendrán un sentido educativo si se les da una intencionalidad pedagógica, o sea, si estas acciones son realizadas por los jóvenes teniendo como motivo un proyecto pedagógico propuesto por sus educadores y se articulan a él.
"Lo más interesante de cualquier transformación tecnológica no es lo que los ingenieros dicen que va a pasar, sino lo que la gente hace con ella. Somos nosotros los que estamos cambiando, no son las tecnologías las que nos hacen cambiar."
Manuel Castells en entrevista a BBC Mundo.

A fin de cuentas, la tecnología siempre está a servicio de la humanidad, y en un contexto educativo no podría ser de otro modo, si no, una vez más estaríamos incorporando el uso de nuevas tecnologías a la educación, como en el caso del celular, apenas para parecer modernos, o sea, por la tecnología en sí (como fin y no como medio), incluso junto a métodos de enseñanza absolutamente tradicionales e incoherentes con las características naturales de tales recursos tecnológicos, lo que sería un anacronismo total.
 
Por tanto, a los educadores les es necesaria una apertura inicial hacia estas cuestiones y sus posibilidades, a fin de que puedan vislumbrar paulatinamente qué será posible aplicar de entre los recursos de la telefonía móvil a su práctica pedagógica y qué en sus prácticas deberá ser cambiado para que conseguir incorporar y explotar del mejor modo tales recursos. Este proceso del educador es necesario y conlleva un cierto tiempo, incluso de experimentaciones, puesto que en la formación del educador, el uso de recursos de las tecnologías de la información y comunicación no ha sido, ni de lejos, tratado de forma adecuada y actualizada en sus prácticas pedagógicas.

De este modo, es necesario considerar este tiempo del educador y también posibilitarle formaciones continuadas que le presenten estas nuevas situaciones de enseñanza-aprendizaje, las nuevas formas de ser y hacer de los jóvenes, para que los profesionales de la educación empiecen a actuar de modo articulado con el contexto social al cual pertenecen sus alumnos.
 
Esta modalidad de enseñanza, el 
m-learning, implica métodos de educación que utilizan dispositivos móviles como el teléfono celular aplicados a la educación. El número de ejemplos de este tipo de uso crece en el mundo. Recientemente, en los Estados Unidos, alumnos de diferentes escuelas de la ciudad de Austin, Chicago y Boston tienen clases de biología, matemática, química, ciencias y estadística a través de sus teléfonos celulares. Son actividades denominadas de "simulaciones participativas", donde estudiantes reciben un contenido del profesor a través del teléfono móvil y pasan a interactuar con él, enviando en seguida a los colegas sus intervenciones. Sepa más acerca de este tipo de "simulación participativa" (In: 
veja.abril.com.br).


El teléfono celular integrado a las actividades de Minha Terra
Las razones indicadas en " A través del teléfono celular... ¡en la escuela!" y en " El porqué del teléfono celular en la educación" han servido de base para la decisión de incluir el aparato en las actividades propuestas por la comunidad virtual de aprendizaje Minha Terra 2009 - aprender a innovar, del Portal Educared. En agosto de 2009 fue lanzado "A través del teléfono móvil – planificando la intervención" como uno de los desafíos presentados por esta comunidad a sus participantes. Los equipos de reportaje (alumnos de Enseñanza Primaria o Secundaria) tuvieron como reto la producción de un video de hasta un minuto, utilizando la cámara del teléfono celular. En este video el equipo anunció el proyecto de intervención en la realidad social que había sido objeto de su primer reportaje, ya publicado en un espacio específico de la comunidad virtual (la galería temática).

P
or lo tanto, el equipo necesitó pasar por algunos procedimientos preparatorios fundamentales, como la preparación de un guión básico, la organización del escenario, de la iluminación y del ensayo de los involucrados en la actuación. Esa necesidad demuestra que la actividad no se resume apenas al uso del aparato móvil y de sus recursos: la planificación y la creación previa del equipo resultan etapas fundamentales para el mejor aprovechamiento de las ideas y del aparato móvil.
 
En este desafío, componían la trayectoria no solamente el uso del teléfono celular como también procedimientos posteriores, como el acto de bajar la grabación a una computadora, editar o no el material grabado, proceder a la publicación del producto final en YouTube y, por último, "pegar la publicación" en el Canal 
Minha Terra en YouTube (cuyo acceso directo se da a través del link disponible en la 
home de esta comunidad), en el grupo temático específico identificado con el título de este desafío.
 
"Lo que realmente es importante de la comunicación móvil no es tanto la movilidad, sino la conectividad permanente se esté donde se esté, se haga donde se haga.
Ello nos permite estar constantemente relacionados
con los amigos, la familia y el trabajo."
Manuel Castells en entrevista a BBC Mundo
.
El grupo tuvo que informar a todos los demás participantes sobre la publicación e invitarlos a ver su producción utilizando los otros canales y herramientas de interacción presentados en Minha Terra, como el blog de la comunidad y el uso del Twitter personal, o incluso el institucional, creado por los alumnos (Twitter del grupo de periodistas o Twitter de la escuela, por ejemplo).
 
Así, se dio la efectiva utilización de las características del celular, como la movilidad, y también la convergencia e integración de diferentes medias, lenguajes y soportes técnicos, al proponer a continuación el uso de YouTube, del blog y de Twitter. Y lo más importante, todo sucedió en favor del desarrollo del proyecto de intervención social del equipo, que, a su vez, ofreció una propuesta pedagógica de trabajo. 
 
Muchos fueron los ejemplos de trabajos cuya creatividad y capacidad de realización demostraron dominio sobre el uso de estos recursos diferenciados del celular articulados con los demás de la Web 2.0 propuestos por 
Minha Terra. En algunos casos, la riqueza del trabajo de los equipos de reportaje en relación a elementos de construcción del mensaje (como guión, escenario, iluminación, sonido y edición) fue sorprendente, demostrando cómo los jóvenes fácilmente poseen y desarrollan múltiples habilidades en el uso de diferentes plataformas y tecnologías.
 
En noviembre fue lanzado el segundo desafío, esta vez denominado 
" A través del teléfono móvil – minuto intervención", donde los equipos participantes tuvieron que registrar algún momento de la ejecución de su proyecto de intervención para, posteriormente, proceder a su publicación y divulgación bajo las mismas condiciones del primero.
 
Con esta inclusión del teléfono celular en las actividades de 
Minha Terra, la principal intención fue provocar entre los jóvenes, y fundamentalmente entre los educadores, la percepción de cómo el teléfono celular y sus recursos pueden ser incorporados de forma articulada a las demás acciones de un proyecto pedagógico, en el que saldrá victorioso el propio proyecto y las personas in

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domingo, 4 de septiembre de 2011

UTILIDAD DE LA CIENCIA

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PARA REFLEXIONAR

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domingo, 14 de agosto de 2011

Sábato,Ernesto-sobre metáforas


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martes, 9 de agosto de 2011

METÁFORAS

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domingo, 7 de agosto de 2011

PARA REFLEXIONAR

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FILOSOFIA DE LA EDUCACIÓN-POSMODERNIDAD

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jueves, 21 de julio de 2011

http://vimeo.com/user7122969/mcluhan
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domingo, 3 de julio de 2011

FILOSOFÍA DE 5º

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FILOSOFÍA DE 5º

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HACIA LOS FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA EDUCACIÓN

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LEVY STRAUSS

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martes, 21 de junio de 2011

"despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez"-para pensar...

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domingo, 19 de junio de 2011

IDEAS-FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

LA FILOSOFÍA POSMODERNA:BREVE SÍNTESIS
Prof.Zaida Montenegro
IFD MALDONADO
Nace en la década de 1960 junto a la revolución estudiantil y el mayo del 68,pero el término “posmodernidad” se dio a conocer cuando Lyotard publica “La concepción posmoderna” en 1979.
No hay definiciones posibles pero vale señalar algunos rasgos que configuran el pensamiento posmoderno:
• Conciencia de estar viviendo el final de una época: la posmodernidad es la consecuencia de la disolución(“modernidad líquida”) de una de historia basada en la fe en un progreso indefinido y emerge como reacción contra el modelo filosófico ilustrado.
• Oposición a las grandes corrientes filosóficas: se trata de superar los intentos de universalidad y la visión totalizadora de la realidad
• Abandono de la Metafísica: la intelectualidad posmoderna se opone a ideas tales como Dios ,razón o progreso; es la muerte de los “ismos” (racionalismo, humanismo, tradicionalismo)
• Actitud escéptica y relativista: el saber se considera provisorio e incierto, por eso Vattimo se refiere a “pensamiento débil”, carente de fundamentación.
• Defensa de la pluralidad y la diferencia: se privilegia lo diferente y plural frente a lo total y universal. Se admiten múltiples puntos de vista entre los que no cabe el consenso
• Aparición de una nueva sensibilidad: no existen valores fijos que guíen al sujeto y la sociedad. Las sociedades individualistas y hedonistas reflejan esta nueva sensibilidad. No hay un rechazo de la ética sino una “ética débil y mínima”
• La deconstrucción: según Derrida(filósofo argelino,1930-2004)la tarea es interpretar los textos pero hay que ir más allá aún de la simple interpretación, analizando su estructura para revelar los límites del pensamiento y captar la diferencia.(El autor considera que las palabras no son reflejo del pensamiento sino que significan lo que no significan las demás-la diferencia); en los textos existe un dinamismo presencia-ausencia, tanto el escritor como lector desaparecen y los escritos tienen vida independiente de ellos, en consecuencia ,no hay una única lectura ni interpretación)

“Se entiende por posmoderna la incredulidad con respecto a los metarrelatos...”(Lyotard,”La condición posmoderna,Ed.Cátedra,Madrid,1989,p.10)
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domingo, 12 de junio de 2011

GIROUX


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domingo, 5 de junio de 2011

aprendizaje colaborativo y rol docente

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sábado, 21 de mayo de 2011

IMPORTANCIA DE LAS TIC EN EL AULA

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lunes, 16 de mayo de 2011

Robinson-las escuelas y la creatividad

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sábado, 14 de mayo de 2011

TICS EN EL AULA

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PARA REFLEXIONAR

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jueves, 5 de mayo de 2011

TEDESCO

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domingo, 1 de mayo de 2011

HUME

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ALEGORÍA DE LA CAVERNA

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HUME

SOBRE LA CAUSALIDAD

No obstante, para alcanzar con prontitud una conclusión sobre este argumento, que ya ha llegado demasiado lejos, hemos buscado en vano la idea de poder o conexión necesaria en todas las fuentes de las que podríamos suponer que derivara. Aparentemente, en los casos particulares de la operación de los cuerpos, no podemos descubrir, ni mediante el más celoso examen, nada que no sea que un evento sigue a otro, sin llegar a identificar ninguna fuerza o poder por el que opera la causa, ni ninguna conexión entre ésta y su supuesto efecto. La misma dificultad se da al contemplar las operaciones de la mente sobre el cuerpo, donde observamos que el movimiento de este último se sigue de la volición de la primera pero somos incapaces de observar o concebir el vínculo que une el movimiento y la volición, o la energía por la que la mente produce este efecto. La autoridad de la voluntad sobre sus propias facultades e ideas no es ni un ápice más comprensible. De ahí que, en su conjunto, en toda la naturaleza no aparece ni un solo caso de conexión que nos sea concebible. Todos los eventos parecen estar completamente sueltos y separados. Un evento sigue al otro, pero nunca podemos observar ningún vínculo entre ellos. Parecen estar unidos pero nunca conectados. Y como no podemos hacernos ninguna idea de nada que no haya aparecido nunca ante nuestro sentido externo o sentimiento interno, necesariamente la conclusión parece ser que no tenemos idea alguna de la conexión o el poder, y que estas palabras no tienen absolutamente ningún significado cuando las empleamos tanto en los razonamientos filosóficos como en la vida ordinaria.

2.

Sin embargo, aún existe un método para evitar esta conclusión, y una fuente que todavía no hemos examinado. Cuando se nos presenta cualquier evento u objeto natural, nos es imposible, a pesar de nuestra sagacidad o capacidad de penetración, descubrir, o siquiera conjeturar, sin la experiencia, qué evento resultará de ello, y también llevar nuestra previsión más allá del objeto que se presenta de manera inmediata a la memoria y los sentidos. Incluso después de un caso o experimento donde hemos observado que determinado evento sigue a otro, no podemos formular una regla general, ni predecir lo que ocurrirá en casos similares; siendo justo considerar una temeridad imperdonable juzgar el conjunto del devenir de la naturaleza a partir de un solo experimento, por preciso o infalible que éste sea. Pero cuando una especie determinada de evento ha estado siempre, en todos los casos, unida a otra, dejamos de tener escrúpulos a la hora de predecir uno por la aparición del otro, y de utilizar ese razonamiento, el único que puede confirmarnos cualquier estado de los hechos o de la existencia. Entonces llamamos a un objeto causa y al otro, efecto. Suponemos que existe alguna conexión entre ellos, algún poder en la una para producir de manera infalible el otro, y que opera con la mayor de las certezas y la más poderosa de las necesidades.

3.

Así, aparentemente, esta idea de conexión necesaria entre eventos surge de una serie de casos similares que se dan por la conjunción constante de dichos eventos; no porque esa idea pueda ser sugerida nunca por ninguno de estos casos, aunque se examinen bajo todas las luces y posiciones posibles. Sin embargo, en un numero determinado de casos no hay nada distinto de cada caso particular que se suponga que sea exactamente similar; salvo, únicamente, que tras una repetición de casos similares la mente se deja llevar por el hábito: ante la aparición de un evento, espera su habitual seguimiento, y cree que existirá. Esta conexión, por tanto, que sentimos en la mente, esta transición rutinaria de la imaginación desde un objeto a su normal seguimiento, es el sentimiento o la impresión de la que formamos la idea de poder o conexión necesaria. No hay nada más en el caso. Contemplemos el tema desde todos los lados; no encontraremos nunca ningún otro origen a esa idea. Ésta es la única diferencia que existe entre un caso, del que nunca podemos recibir la idea de conexión, y una serie de casos similares, que la sugieren. La primera vez que el hombre vio la comunicación del movimiento a través del impulso, como cuando chocan dos bolas de billar, no pudo decir que un evento estaba conectado al otro; sino tan solo que uno estaba unido al otro. Tras haber observado varios casos de la misma naturaleza, entonces es cuando dice que están conectados. ¿Qué ha cambiado para que surja esta nueva idea de conexión? Nada, salvo que él ahora siente que estos eventos están conectados en su imaginación, y que puede predecir al punto la existencia de uno de la aparición del otro. Así pues, cuando decimos que un objeto está conectado a otro, sólo significamos que han adquirido una conexión en nuestro pensamiento, y que da lugar a esta inferencia por la que cada uno se convierte en la prueba de la existencia del otro. Una conclusión un tanto sorprendente, aunque parezca fundamentada en suficientes pruebas, pruebas que no quedarán debilitadas por ninguna desconfianza general del entendimiento, o sospecha escéptica relativa a toda conclusión que sea nueva y extraordinaria. No existen conclusiones más gratas para el escepticismo que aquellas que hacen descubrimientos relativos a la debilidad y las limitaciones de la razón y la capacidad humanas.

4.

Y qué caso más fuerte puede hallarse de la sorprendente ignorancia y debilidad del entendimiento que el presente. Pues si existe alguna relación entre los objetos que nos importe conocer a la perfección es, indudablemente, la de causa y efecto. Sobre ella se fundamentan todos nuestros razonamientos relativos a las cuestiones de hecho o de existencia. Sólo por ella tenemos alguna seguridad relativa a los objetos que no se encuentran en el testimonio presente de nuestra memoria y sentidos. La única utilidad inmediata de todas las ciencias es la de enseñarnos a controlar y regular los eventos futuros mediante sus causas. Por lo tanto, a cada momento, nuestros pensamientos e investigaciones se emplean en esta relación. Y sin embargo, las ideas que sobre esto formamos son tan imperfectas que es imposible dar ninguna definición justa de la causa, salvo la que se extrae de algo extraño y ajeno a ella. Objetos similares siempre están unidos a lo similar. De esto tenemos experiencia. De acuerdo a esta experiencia, por tanto, podemos definir que una causa puede ser un objeto, seguido de otro, y donde todos los objetos similares al primero son seguidos por objetos similares al segundo. O en otras palabras, donde, si el primer objeto no se diera, el segundo nunca habría existido. La aparición de una causa siempre confiere a la mente, mediante una transición de la costumbre, la idea del efecto. De esto también tenemos experiencia. Podemos, por tanto, y de acuerdo a esta experiencia, formar otra definición de causa, y llamarla, un objeto seguido de otro, y cuya apariencia siempre conduce al pensamiento del otro. Pero aunque estas dos definiciones se extraigan de circunstancias ajenas a la causa, no podemos remediar este inconveniente, ni alcanzar una definición más perfecta que pueda señalar en la causa la circunstancia que le dé una conexión con su efecto. No tenemos idea alguna sobre esta conexión, ni siquiera una lejana noción de qué es lo que podemos conocer cuando nos proponemos averiguar cuál es su concepción. Decimos, por ejemplo, que la vibración de esta cuerda es la causa de este sonido particular. ¿Y qué queremos decir con esta afirmación? O bien que ésta vibración es seguida por este sonido, y que todas las vibraciones similares han sido seguidas por sonidos similares; o que esta vibración es seguida por este sonido, y que por la aparición de una la mente anticipa los sentidos formando de manera inmediata una idea de la otra. Podemos considerar la relación de causa y efecto bajo cualquiera de estas dos luces; pero más allá no tenemos idea de ella.

5.

Recapitulando, así pues, los razonamientos de esta sección: Toda idea está copiada de alguna impresión o sentimiento que la precede, y allí donde no podamos hallar ninguna impresión, podemos tener la certeza de que no existirá ninguna idea. En todos los casos particulares de la operación de cuerpos o mentes, no existe nada que produzca ninguna impresión, por lo que consecuentemente no puede sugerir ninguna idea de poder o conexión necesaria. Sin embargo, cuando aparecen muchos casos uniformes y el mismo objeto es siempre seguido por el mismo evento, entonces empezamos a tener la noción de causa y conexión. Entonces sentimos una nueva emoción o impresión, a saber, una conexión, por costumbre, en el pensamiento o la imaginación, entre un objeto y su habitual seguimiento; y esta emoción es el original de aquella idea que estamos buscando. Pues como esta idea surge de una serie de casos similares, y no de ningún caso único, debe surgir de esa circunstancia en la que la serie de casos difieren de todo caso individual. Pero esta conexión de la costumbre o transición de la imaginación es la única circunstancia en que difieren. En todo particular restante son similares. El primer caso que vimos del movimiento comunicado por el choque entre dos bolas de billar (para volver a este claro ejemplo) es exactamente similar a cualquier caso que pueda, ahora, ocurrir ante nosotros; salvo tan solo que, no pudiéramos, en un principio, inferir un evento del otro; lo que sí podemos hacer ahora, después de un devenir tan largo de experiencia uniforme. No sé si el lector aprehenderá al punto este razonamiento. Temo que, si multiplicara las palabras, o si lo lanzara bajo una mayor variedad de luces, éste acabaría siendo más oscuro e intrincado. En todo razonamiento abstracto existe un punto de vista que, si conseguimos dar con él, nos llevará más lejos a la hora de ilustrar el tema que toda la elocuencia y las palabras del mundo. Es este punto de vista lo que nos proponemos alcanzar, reservando las flores de la retórica para los temas que se adapten mejor a ellas.

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DESCARTES


Discurso del método




Segunda parte (fragmento sobre los preceptos del método)

1.

(...) Pero como hombre que tiene que andar solo y en la oscuridad, resolví ir tan despacio y emplear tanta circunspección en todo, que, a trueque de adelantar poco, me guardaría al menos muy bien de tropezar y caer. E incluso no quise empezar a deshacerme por completo de ninguna de las opiniones que pudieron antaño deslizarse en mi creencia, sin haber sido introducidas por la razón, hasta después de pasar buen tiempo dedicado al proyecto de la obra que iba a emprender, buscando el verdadero método para llegar al conocimiento de todas las cosas de que mi espíritu fuera capaz.

2.

Había estudiado un poco, cuando era más joven, de las partes de la filosofía, la lógica, y de las matemáticas, el análisis de los geómetras y el álgebra, tres artes o ciencias que debían, al parecer, contribuir algo a mi propósito. Pero cuando las examiné, hube de notar que, en lo tocante a la lógica, sus silogismos y la mayor parte de las demás instrucciones que da, más sirven para explicar a otros las cosas ya sabidas o incluso, como el arte de Lulio, para hablar sin juicio de las ignoradas, que para aprenderlas. Y si bien contiene, en verdad, muchos, muy buenos y verdaderos preceptos, hay, sin embargo, mezclados con ellos, tantos otros nocivos o superfluos, que separarlos es casi tan difícil como sacar una Diana o una Minerva de un bloque de mármol sin desbastar. Luego, en lo tocante al análisis de los antiguos y al álgebra de los modernos, aparte de que no se refieren sino a muy abstractas materias, que no parecen ser de ningún uso, el primero está siempre tan constreñido a considerar las figuras, que no puede ejercitar el entendimiento sin cansar grandemente la imaginación; y en la segunda, tanto se han sujetado sus cultivadores a ciertas reglas y a ciertas cifras, que han hecho de ella un arte confuso y oscuro, bueno para enredar el ingenio, en lugar de una ciencia que lo cultive. Por todo lo cual, pensé que había que buscar algún otro método que juntase las ventajas de esos tres, excluyendo sus defectos.

3.

Y como la multitud de leyes sirve muy a menudo de disculpa a los vicios, siendo un Estado mucho mejor regido cuando hay pocas, pero muy estrictamente observadas, así también, en lugar del gran número de preceptos que encierra la lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes, supuesto que tomase una firme y constante resolución de no dejar de observarlos una vez siquiera:

4.

Fue el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mí espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.

5.

El segundo, dividir cada una de las dificultades, que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución.

6.

El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.

7.

Y el último, hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.

8.

Esas largas series de trabadas razones muy simples y fáciles, que los geómetras acostumbran emplear, para llegar a sus más difíciles demostraciones, habíanme dado ocasión de imaginar que todas las cosas, de que el hombre puede adquirir conocimiento, se siguen unas a otras en igual manera, y que, con sólo abstenerse de admitir como verdadera una que no lo sea y guardar siempre el orden necesario para deducirlas unas de otras, no puede haber ninguna, por lejos que se halle situada o por oculta que esté, que no se llegue a alcanzar y descubrir. Y no me cansé mucho en buscar por cuáles era preciso comenzar, pues ya sabía que por las más simples y fáciles de conocer; y considerando que, entre todos los que hasta ahora han investigado la verdad en las ciencias, sólo los matemáticos han podido encontrar algunas demostraciones, esto es, algunas razones ciertas y evidentes, no dudaba de que había que empezar por las mismas que ellos han examinado, aun cuando no esperaba sacar de aquí ninguna otra utilidad, sino acostumbrar mi espíritu a saciarse de verdades y a no contentarse con falsas razones. Mas no por eso concebí el propósito de procurar aprender todas las ciencias particulares denominadas comúnmente matemáticas, y viendo que, aunque sus objetos son diferentes, todas, sin embargo, coinciden en que no consideran sino las varias relaciones o proporciones que se encuentran en los tales objetos, pensé que más valía limitarse a examinar esas proporciones en general, suponiéndolas solo en aquellos asuntos que sirviesen para hacerme más fácil su conocimiento y hasta no sujetándolas a ellos de ninguna manera, para poder después aplicarlas tanto más libremente a todos los demás a que pudieran convenir. Luego advertí que, para conocerlas, tendría a veces necesidad de considerar cada una de ellas en particular, y otras veces, tan solo retener o comprender varias juntas, y pensé que, para considerarlas mejor en particular, debía suponerlas en líneas, porque no encontraba nada más simple y que más distintamente pudiera yo representar a mi imaginación y mis sentidos; pero que, para retener o comprender varias juntas, era necesario que las explicase en algunas cifras, las más cortas que fuera posible; y que, por este medio, tomaba lo mejor que hay en el análisis geométrico y en el álgebra, y corregía así todos los defectos de una por el otro.

9.

Y, efectivamente, me atrevo a decir que la exacta observación de los pocos preceptos por mí elegidos, me dio tanta facilidad para desenmarañar todas las cuestiones de que tratan esas dos ciencias, que en dos o tres meses que empleé en examinarlas, habiendo comenzado por las más simples y generales, y siendo cada verdad que encontraba una regla que me servía luego para encontrar otras, no sólo conseguí resolver varias cuestiones, que antes había considerado como muy difíciles, sino que hasta me pareció también, hacia el final, que, incluso en las que ignoraba, podría determinar por qué medios y hasta dónde era posible resolverlas. En lo cual, acaso no me acusaréis de excesiva vanidad si consideráis que, supuesto que no hay sino una verdad en cada cosa, el que la encuentra sabe todo lo que se puede saber de ella; y que, por ejemplo, un niño que sabe aritmética y hace una suma conforme a las reglas, puede estar seguro de haber hallado, acerca de la suma que examinaba, todo cuanto el humano ingenio pueda hallar; porque al fin y al cabo el método que ensena a seguir el orden verdadero y a recontar exactamente las circunstancias todas de lo que se busca, contiene todo lo que confiere certidumbre a las reglas de la aritmética.

10.

Pero lo que más contento me daba en este método era que, con él, tenía la seguridad de emplear mi razón en todo, si no perfectamente, por lo menos lo mejor que fuera en mi poder. Sin contar con que, aplicándolo, sentía que mi espíritu se iba acostumbrando poco a poco a concebir los objetos con mayor claridad y distinción y que, no habiéndolo sujetado a ninguna materia particular, prometíame aplicarlo con igual fruto a las dificultades de las otras ciencias, como lo había hecho a las del álgebra. No por eso me atreví a empezar luego a examinar todas las que se presentaban, pues eso mismo fuera contrario al orden que el método prescribe; pero habiendo advertido que los principios de las ciencias tenían que estar todos tomados de la filosofía, en la que aun no hallaba ninguno que fuera cierto, pensé que ante todo era preciso procurar establecer algunos de esta clase y, siendo esto la cosa más importante del mundo y en la que son más de temer la precipitación y la prevención, creí que no debía acometer la empresa antes de haber llegado a más madura edad que la de veintitrés años, que entonces tenía, y de haber dedicado buen espacio de tiempo a prepararme, desarraigando de mi espíritu todas las malas opiniones a que había dado entrada antes de aquel tiempo, haciendo también acopio de experiencias varias, que fueran después la materia de mis razonamientos y, por último, ejercitándome sin cesar en el método que me había prescrito, para afianzarlo mejor en mi espíritu.
Según la versión de Manuel García Morente, Espasa-Calpe, Madrid, 1954
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DESCARTES-MEDITACIONES

Meditaciones metafísicas - Segunda meditación




Segunda meditación.
De la naturaleza de la mente humana: que es más fácil de conocer que el cuerpo

1.

La meditación que hice ayer me ha llenado la mente de tantas dudas que, en adelante, ya no está en mi poder olvidarlas. Y sin embargo no veo de qué modo podría resolverlas; así, como si hubiera caído de repente en aguas muy profundas, me encuentro tan sorprendido que ni puedo asegurar mis pies en el fondo ni nadar para mantenerme en la superficie. No obstante, me esforzaré y seguiré, sin desviarme, el mismo camino por el que había transitado ayer, alejándome de todo aquello en lo que pudiera imaginar la menor duda, al igual que haría si supiese que es absolutamente falso; y continuaré siempre por este camino hasta que encuentre algo cierto o, por lo menos, si no puedo hacer otra cosa, hasta que haya comprendido con certeza que no hay nada cierto en el mundo. Arquímedes, para mover el globo terrestre de su lugar y llevarlo a otro, sólo pedía un punto de apoyo firme y seguro. Del mismo modo podría yo concebir grandes esperanzas si fuera lo bastante afortunado como para encontrar una sola cosa que fuera cierta e indudable.

2.

Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; y me persuado de que jamás ha existido nada de todo aquello que mi memoria, llena de mentiras, me representa; pienso que no tengo sentidos; creo que el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar no son más que ficciones de mi mente. ¿Qué es, pues, lo que podrá estimarse verdadero? Quizá ninguna otra cosa excepto que no hay nada cierto en el mundo.

3.

Pero ¿y yo qué se si no hay ninguna otra cosa diferente de las que acabo de considerar inciertas y de la que no pueda tener la menor duda? ¿No hay algún Dios o cualquier otro poder que me ponga en la mente estos pensamientos? Eso no es necesario, ya que quizás sea yo capaz de producirlos por mi mismo. Yo, al menos, ¿no soy algo? Pero ya he negado que tuviese sentidos o cuerpo alguno. Dudo, sin embargo, pues ¿qué se sigue de ello? ¿Dependo hasta tal punto de mi cuerpo y de mis sentidos que no pueda ser sin ellos? Pero me he persuadido de que no había absolutamente nada en el mundo: ni cielo, ni tierra, ni espíritus, ni cuerpos; ¿no me he persuadido, pues, de que yo no existía? No, ciertamente, probablemente exista, si me he persuadido, o solamente si he pensado algo. Pero hay un no se quién engañador, muy poderoso y muy astuto, que emplea toda su industria en que me engañe siempre. No hay pues duda alguna de que existo, si me engaña; y que me engañe tanto como quiera, que nunca podría hacer que yo no fuera nada mientras yo pensara ser algo. De modo que, tras haberlo pensado bien y haber examinado cuidadosamente todas las cosas, hay que concluir finalmente y tener por constante que esta proposición: "Soy, existo" es necesariamente verdadera todas las veces que la pronuncio o que la concibo en mi mente.

4.

Pero no conozco aún con suficiente claridad lo que soy yo, que estoy seguro de que existo; de modo que, en adelante, es necesario que me mantenga cuidadosamente alerta para no tomar imprudentemente cualquier otra cosa por mi y, así, no confundirme en absoluto con este conocimiento, que sostengo que es más cierto y más evidente que todos los que he tenido hasta el presente. Por ello consideraré directamente lo que creía ser antes de que me adentrase en estos últimos pensamientos; y cercenaré de mis antiguas opiniones todo lo que puede ser combatido por las razones ya alegadas, de modo que no quede precisamente nada más que lo que es enteramente indudable.

5.

¿Qué es, pues, lo que he creído ser antes? Sin dificultad, he pensado que era un hombre. Pero ¿qué es un hombre? ¿Diré que es un animal racional? No ciertamente, ya que tendría que investigar después lo que es un animal y lo que es racional y así, de una sola cuestión, caeríamos irremisiblemente en una infinidad de otras más difíciles y embarazosas, y no quisiera malgastar el poco tiempo y el ocio que me queda empleándolos en desembrollar semejantes sutilezas. Me detendré, más bien, en considerar aquí los pensamientos que surgían antes por sí mismos en mi mente y que estaban inspirados sólo en mi naturaleza, cuando me aplicaba a la consideración de mi ser. Me consideraba, en primer lugar, como teniendo un rostro, manos, brazos y toda esa maquinaria compuesta de huesos y carne, tal como se muestra en un cadáver, a la que designaba con el nombre de cuerpo. Además de eso, consideraba que me alimentaba, que caminaba, que sentía y que pensaba, y atribuía todas esas acciones al alma; pero no me detenía, en absoluto, a pensar lo que era este alma, o bien, si lo hacía, imaginaba que era alguna cosa extremadamente rara y sutil, como un viento, una llama o un aire muy dilatado, que penetraba y se extendía por mis partes más groseras. Por lo que respecta al cuerpo, no dudaba de ningún modo de su naturaleza; ya que pensaba conocerlo muy distintamente y, si lo hubiera querido explicar según las nociones que tenía de él, lo hubiera descrito de este modo: por cuerpo entiendo todo lo que puede ser delimitado por alguna figura; que puede estar contenido en algún lugar y llenar un espacio, de tal modo que cualquier otro cuerpo quede excluido de él; que puede ser sentido, o por el tacto, o por la vista, o por el oído, o por el gusto, o por el olfato; que puede ser movido de distintas maneras, no por sí mismo, sino por alguna cosa externa por la que sea afectado y de la que reciba el impulso. Ya que, si tuviera en sí el poder de moverse, de sentir y de pensar, no creo en absoluto que se le debieran atribuir estas excelencias a la naturaleza corporal; al contrario, me extrañaría mucho ver que semejantes capacidades se encontraran en ciertos cuerpos.

6.

Pero yo ¿qué soy, ahora que supongo que hay alguien que es extremadamente poderoso y, si me atrevo a decirlo, maligno y astuto, que emplea todas sus fuerzas y toda su industria en engañarme? ¿Puedo estar seguro de tener la menor de todas esas cosas que acabo de atribuir a la naturaleza corporal? Me paro a pensar en ello con atención, recorro y repaso todas esas cosas en mi mente y no encuentro ninguna de la que pueda decir que está en mí. No es necesario que me detenga a enumerarlas. Pasemos, pues, a los atributos del alma, y veamos si hay algunos que estén en mí. Los primeros son alimentarse y caminar; pero si es cierto que no tengo cuerpo también lo es que no puedo caminar ni alimentarme. Otro es sentir, pero tampoco se puede sentir sin el cuerpo, además de que, anteriormente, he creído sentir varias veces cosas durante el sueño que, al despertarme, he reconocido no haber sentido en absoluto realmente. Otro es pensar; y encuentro aquí que el pensamiento es un atributo que me pertenece: es el único que no puede ser separado de mí. "Soy, existo": esto es cierto; pero ¿durante cuanto tiempo? A saber: tanto tiempo mientras piense; ya que, quizás, podría ocurrir que si cesara de pensar cesaría al mismo tiempo de ser o de existir. No admito ahora, pues, nada que no sea necesariamente verdadero: yo no soy, pues, hablando con precisión, más que una cosa que piensa, es decir, una mente, un entendimiento o una razón, que son términos cuyo significado anteriormente me era desconocido. Ahora bien, yo soy una cosa verdadera y verdaderamente existente; pero ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa.

7.

¿Y qué más? Volveré a azuzar mi imaginación para investigar si no soy algo más. No soy, en absoluto, este ensamblaje de miembros que llamamos cuerpo humano; tampoco soy un aire separado y penetrante extendido por todos esos miembros; tampoco soy un viento, un aliento, un vapor, ni nada de todo lo que puedo fingir e imaginar, ya que he supuesto que todos eso no era nada y, sin modificar esta suposición, considero que no deja de ser cierto que soy algo. Pero ¿puede ocurrir que todas esas cosas que supongo que no son nada, porque me son desconocidas, no sean en efecto distintas de mi, que conozco? No lo se; ahora no discuto este tema; sólo puedo juzgar las cosas que me son conocidas: he reconocido que era e investigo lo que soy, yo, que he reconocido que existo. Ahora bien, es muy cierto que esta noción y conocimiento de mí mismo, considerada precisamente así, no depende en absoluto de las cosas cuya existencia todavía no me es conocida; ni, en consecuencia, con mayor motivo, de las que son fingidas e inventadas por la imaginación. E incluso los términos fingir e imaginar me advierten de mi error, ya que fingiría, en efecto, si imaginara ser alguna cosa, ya que imaginar no es otra cosa que contemplar la figura o la imagen de una cosa corporal. Ahora bien, ya se ciertamente que soy, y que en conjunto se puede hacer que todas aquellas imágenes, y generalmente todas las cosas que se remiten a la naturaleza del cuerpo, no sean más que sueños o quimeras. De lo que se sigue que veo claramente que tendría tan poca razón al decir: azuzaré mi imaginación para conocer más distintamente lo que soy, como la que tendría si dijera: ahora estoy despierto y percibo algo real y verdadero, pero como no lo percibo aún bastante claramente, me dormiré deliberadamente para que mis sueños me representen eso mismo con más verdad y evidencia. Y así reconozco ciertamente que nada de todo lo que puedo comprender por medio de la imaginación pertenece a este conocimiento que tengo de mí mismo, y que es necesario alejar y desviar a la mente de esta manera de concebir, para que pueda ella misma reconocer distintamente su naturaleza.

8.

¿Qué es, pues, lo que soy? Una cosa que piensa. ¿Y qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina, también, y que siente.

9.

Ciertamente no es poco, si todas esas cosas pertenecen a mi naturaleza. ¿Pero por qué no iban a pertenecerle? ¿No sigo siendo yo ese mismo que duda de casi todo, aunque entiende y concibe algunas cosas, que asegura y afirma que sólo estas son verdaderas, que niega todas las demás, que quiere y desea conocer más, que no quiere ser engañado, que imagina otras muchas cosas, a veces incluso a pesar de lo que tenga, y que siente muchas otras, como por medio de los órganos del cuerpo? ¿Hay algo en todo ello que no sea tan verdadero como lo es que yo soy, y que yo existo, incluso aunque durmiera siempre y aunque quien me ha dado el ser utilizara todas sus fuerzas para confundirme? ¿Hay alguno de esos atributos que pueda ser distinguido de mi pensamiento, o del que se pueda decir que está separado de mí mismo? Ya que es de por sí evidente que soy yo quien duda, quien entiende y quien desea, que no es necesario añadir nada para explicarlo. Y tengo también ciertamente el poder de imaginar, ya que, aunque pueda ocurrir (como he supuesto anteriormente) que las cosas que imagino no sean verdaderas, este poder de imaginar no deja de estar realmente en mí, no obstante, y forma parte de mi pensamiento. En fin, yo soy el mismo que siente, es decir, que recibe y conoce las cosas como por los órganos de los sentidos, ya que, en efecto, veo la luz, oigo el ruido, siento el calor. Pero me diréis que esas apariencias son falsas y que duermo. Bueno, aceptémoslo así; de todos modos por lo menos es cierto que me parece que veo, que oigo y que entro en calor; y es eso lo que propiamente para mí se llama sentir, lo que, tomado así precisamente, no es otra cosa que pensar.

10.

Por donde empiezo a conocer lo que soy con un poco más de claridad y distinción que anteriormente. Pero no puedo impedirme creer que las cosas corporales, cuyas imágenes se forman en mi pensamiento, y que pertenecen a los sentidos, no sean conocidas más distintamente que esa no se qué parte de mí mismo que no pertenece en absoluto a la imaginación: aunque sea una cosa bien extraña, en efecto, que las cosas que encuentro dudosas y alejadas sean más claramente y más fácilmente conocidas por mí que las que son verdaderas y ciertas y que pertenecen a mi propia naturaleza. Pero veo lo que ocurre: mi mente se complace en extraviarse y aún no puede mantenerse en los justos límites de la verdad. Aflojémosle, pues, un poco más las riendas, a fin de que, volviendo a tirar de ellas suave y adecuadamente, podamos regularla y conducirla más fácilmente.

11.

Empecemos por la consideración de las cosas más comunes, y que creemos comprender más distintamente, a saber, los cuerpos que tocamos y vemos. No hablo aquí de los cuerpos en general, ya que esa nociones generales son con frecuencia más confusas, sino de algún cuerpo en particular. Tomemos, por ejemplo, este trozo de cera que acaba de ser sacado de la colmena: todavía no ha perdido la dulzura de la miel que contenía, todavía retiene algo del olor de las flores de las que se ha recogido; su color, su figura, su tamaño, son manifiestos; es duro, está frío, se puede tocar y, si lo golpeamos, producirá algún sonido. En fin, todas las cosas que pueden distintamente permitirnos conocer un cuerpo se encuentran en él. Pero he aquí que, mientras hablo, lo acercamos al fuego: lo que quedaba de su sabor desaparece, el olor se desvanece, su color cambia, pierde su figura, aumenta su tamaño, se licúa, se calienta, apenas podemos tocarlo y, aunque lo golpeemos, no producirá ningún sonido. ¿La misma cera permanece tras este cambio? Hay que confesar que permanece y nadie lo puede negar. ¿Qué es, pues, lo que se conocía de ese trozo de cera con tanta distinción? Ciertamente, no puede ser nada de todo lo que he indicado por medio de los sentidos, ya que todas las cosas que caían bajo el gusto, el olfato, la vista, el tacto o el oído, han cambiado, y sin embargo la misma cera permanece.

12.

Quizás era lo que pienso ahora, a saber, que la cera no era ni esa dulzura de la miel, ni ese agradable olor de las flores, ni esa blancura, ni esa figura, ni ese sonido, sino solamente un cuerpo que antes me aparecía bajo esas formas y que ahora se hace notar bajo otras. Pero ¿qué es lo que, propiamente hablando, imagino, cuando la concibo de esta manera? Considerémoslo atentamente y, separando todas las cosas que no pertenecen a la cera, veamos lo que queda. Ciertamente no queda nada sino algo extenso, flexible y mutable. Ahora bien ¿qué es esto: flexible y mutable? ¿No es que imagino que esta cera, siendo redonda, es capaz de convertirse en cuadrada, y de pasar del cuadrado a una figura triangular? No, ciertamente no es esto, ya que la concibo como capaz de recibir una infinidad de cambios semejantes, y no podría recorrer esta infinidad con mi imaginación y, en consecuencia, esta concepción que tengo de la cera, no procede de la facultad de imaginar. ¿Qué es, ahora, esa extensión? ¿No es también desconocida, puesto que en la cera que se derrite, aumenta, y se hace aún más grande cuando está completamente derretida, y mucho más aún a medida que aumenta el calor? Y no concebiría claramente y según la verdad lo que es la cera, si no pensara que es capaz de recibir más variedades según la extensión de las que yo haya jamás imaginado. Tengo, pues, que estar de acuerdo, en que ni siquiera podría concebir lo que es esta cera mediante la imaginación, y que sólo mi entendimiento puede concebirlo; me refiero a este trozo de cera en particular, ya que por lo que respecta a la cera en general es aún más evidente. Ahora bien ¿qué es esta cera que sólo puede ser comprendida por el entendimiento o la mente? Ciertamente es la misma que veo, que toco, que imagino, y la misma que conocía desde el principio. Pero lo que hay que recalcar es que su percepción, o bien la acción por la que se la percibe, no es una visión, ni un contacto, ni una imaginación, y que nunca lo ha sido, aunque lo pareciera así anteriormente, sino solamente una inspección de la mente, que puede ser imperfecta y confusa, como lo era antes, o bien clara y distinta, como lo es ahora, según que mi atención se dirija más o menos a las cosas que están en ella y de las que ella está compuesta.

13.

No obstante, no podría sorprenderme demasiado al considerar cuanta debilidad hay en mi mente, ni de la inclinación que la lleva insensiblemente al error. Ya que, aunque en silencio, considero todo esto en mí mismo, las palabras, no obstante, me confunden, y me veo casi engañado por los términos del lenguaje ordinario: pues decimos que "vemos" la misma cera, si se nos la presenta, y no que "juzgamos" que es la misma, que tiene el mismo color y la misma figura; de donde casi concluiría que conocemos la cera por la visión de los ojos, y no por la sola inspección de la mente, si no fuera que, por azar, veo desde la ventana hombres que pasan por la calle, a la vista de los cuales no dejo de decir que veo hombres, al igual que digo que veo la cera; y sin embargo ¿qué veo desde esta ventana sino sombreros y capas, que pueden cubrir espectros o imitaciones de hombres que se mueven mediante resortes? Pero juzgo que son verdaderos hombres, y así comprendo, por el solo poder de juzgar que reside en mi mente, lo que creía ver con mis ojos.

14.

Un hombre que intenta elevar su conocimiento más allá de lo común debe avergonzarse de encontrar ocasión de dudar a partir de las formas y términos de hablar del vulgo; prefiero ir más allá, y considerar si concebía con más evidencia y perfección lo que era la cera cuando la percibí por primera vez, creyendo conocerla por medio de los sentidos externos o, al menos, por el sentido común, tal como lo llaman, es decir, por el poder imaginativo, que como la concibo ahora, después de haber examinado con exactitud lo que es, y de qué forma puede ser conocida. Sería ridículo, ciertamente, poner esto en duda. Pues ¿qué había en esta primera percepción que fuese distinto y evidente, y que no pudiera caer del mismo modo bajo el sentido de cualquier animal? Pero cuando distingo la cera de sus formas exteriores y, como si la hubiera despojado de sus vestimentas, la considero completamente desnuda, aunque se pudiera encontrar aún algún error en mi juicio, ciertamente, no podría concebirla de este modo sin una mente humana.

15.

Pero, en fin, ¿qué diré de esta mente, es decir, de mí mismo? Pues hasta aquí no admito en mí ninguna otra cosa que una mente. ¿Qué diré de mí, yo, que parezco concebir con tanta claridad y distinción este trozo de cera? ¿No me conozco a mí mismo, no sólo con tanta verdad y certeza sino aún con mucha más distinción y claridad? Ya que si juzgo que la cera es, o existe, porque la veo, se seguirá con mucha mayor evidencia que yo soy, o que existo yo mismo, por el hecho de que la veo. Porque podría ocurrir que lo que yo veo no sea, en efecto, cera; también podría ocurrir que yo no tuviera ojos para ver cosa alguna; pero no es posible que cuando yo veo o (lo que ya no distingo) cuando yo pienso que veo, que yo, que pienso, no sea algo. Igualmente, si pienso que la cera existe porque la toco, se volverá a seguir la misma cosa, a saber, que yo soy; y si lo considero así porque mi imaginación me persuade de ello, o por cualquier otra causa que sea, concluiré siempre la misma cosa. Y lo que he señalado aquí de la cera, puede aplicarse a todas las otras cosas que me son exteriores y que se encuentran fuera de mí. Ahora bien, si la noción o el conocimiento de la cera parece ser más claro y más distinto después de haber sido descubierta no sólo por la vista o por el tacto, sino también por muchas otras cosas ¿con cuanta mayor evidencia, distinción y claridad, debo conocerme a mí mismo, puesto que todas las razones que sirven para conocer la naturaleza de la cera, o de cualquier otro cuerpo, prueban mucho más fácilmente y más evidentemente la naturaleza de mi mente? Y se encuentran además tantas otras cosas en la mente misma, que pueden contribuir a la aclaración de su naturaleza, que las que dependen del cuerpo, como estas, casi no merecen ser nombradas.

16.

Pero en fin, heme aquí insensiblemente vuelto a donde quería; ya que, puesto que hay una cosa que me es ahora conocida: que propiamente hablando no concebimos los cuerpos más que por la facultad de entender que está en nosotros, y no por la imaginación ni por los sentidos, y que no los conocemos porque los veamos, o porque les toquemos, sino solo porque los concebimos por el pensamiento, conozco evidentemente que no hay nada que me sea más fácil de conocer que mi mente. Pero, como es casi imposible deshacerse rápidamente de una antigua opinión, será bueno que me detenga un poco en ello, a fin de que, prolongando mi meditación, se imprima más profundamente en mi memoria este nuevo conocimiento.
Según la versión de josé maría fouce, para "La Filosofía en el Bachillerato". Se sigue la traducción francesa de 1647, del duque de Luynes, que fue revisada y corregida por Descartes, quien introdujo variaciones sobre su propia versión latina de París de 1641, "para aclarar su propio pensamiento", según el testimonio de Baillet, biógrafo de Descartes.

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